Crítica de “No te olvides de mí”

“Un mar de sal”

Protagonizada por Leonardo Sbaraglia, Santiago Saranite, Cumele Sanz, Sandra Criolani y Mario Bodega. Dirigida y escrita por Fernanda Ramondo.

La película está situada en la Provincia de Buenos Aires, verano de la década de 1930. Mateo (Sbaraglia) emprende un viaje en búsqueda del Rey, y en el camino conoce a Carmelo y Aurelia, con quienes emprenderá una aventura hacia el sur del país.

La película abre con un plano general que se va enfocando en las rejas de una celda hasta llegar a un primer plano de nuestro protagonista. Un silbido de fondo es una de sus características fundamentales, un gesto tan importante en la construcción del personaje que no se le puede restar importancia.

No te olvides de mí es una película más que de palabras, de expresiones, de tomas largas con planos tanto lejanos como cercanos. Donde el lenguaje corporal y las microexpresiones están a la orden del día, donde los silencios lo dicen todo. Para aquellas personas no acostumbradas al campo y a su lenguaje, esta película puede resultar aburrida y monótona. Es esto lo que la diferencia de las demás: lo importante no es la historia a nivel lineal, sino lo que se quiere expresar con ella. Lo importante no es el destino, sino el viaje. Una road movie de época inspirada en los abuelos inmigrantes de Fernanda Ramondo, que conocieron la distancia y el olvido. Una película que nos recuerda que el cine independiente, al igual que la vida de Mateo, muchas veces es un acto de resistencia.

A nivel actuación, es notoria la diferencia entre aquellos actores experimentados y aquellos que no parecían tener tanta experiencia. Es el caso de las conversaciones entre Mateo y Catalina, donde todo parece mucho más estructurado y menos natural pero un intercambio que nos brinda de las mejores frases de la película: “Hicimos lo mejor que pudimos. Fue el destino.”, Mateo retruca con “No, el destino es otra cosa”. Es un desbalance, pero eso hace destacar el talento de personajes como Carmelo y Aurelia, silenciosos pero certeros, de pocas palabras pero con un lenguaje corporal que lo dice todo.

La historia nos brinda un recorrido por varias localidades de la provincia: Trenque Lauquen, Guaminí, Tres Arroyos, Villarino y las Salinas. No solo las locaciones se ven auténticas y coherentes con la época que se quiere representar, sino que ofrece la vista de hermoso paisajes argentinos. Se destaca muchísimo la fotografía en el caso de los paisajes de Las Salinas, con planos generales que retratan su belleza y un cielo estrellado que lo dejará sin aliento.

Esta película retrata la hermosura simple de un pueblo desolado un sábado a la tarde, donde solo se siente el sol, se escuchan las cigarras y el lejano rumor de un tango que suena en la radio. Una paz y tranquilidad intransferibles. Una película que demuestra que se puede empezar de nuevo a pesar del paso del tiempo, que la familia no es solamente con la que nacimos, sino la que vamos construyendo a la largo de nuestro camino, donde el afecto se muestra con hechos, no palabras. Donde las miradas dicen todo y no callan nada.

por Daniela Barri