Bienvenidos a la degustación de té Matcha en Casa Cavia

El martes 14 de agosto a las 18 horas, Casa Cavia recibe como anfitriona a Malena Higashi, quien dará una charla introductoria acerca del Chado (la Ceremonia del té japonesa), y preparará tres variedades de té matcha.Durante la degustación se servirá una taza de Koicha (té espeso) y dos de Usucha (té liviano) con sus dulces correspondientes. Los tés fueron traídos especialmente de Japón.

¿Qué el Chado?
“Se trata simplemente de calentar el agua, hacer el té y beberlo”, sentenció Sen no Rikyu, el gran maestro de té que en siglo XVI sentó las bases para la práctica del Chado. En la aparente simpleza de estas palabras se deja entrever el secreto para el estudio de esta disciplina. “Cha” significa té, y “do” camino. Lleva toda la vida estudiarla y se practica de manera rigurosa sabiendo que esa perfección nunca se va a alcanzar. Pero ese camino te va dotando de sentido estético (maneras de apreciar lo bello) y sabiduría. Sus cuatro principios son armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jaku). Armonía con la naturaleza (las estaciones tienen gran protagonismo en el mundo del té), respeto entre al anfitrión y sus invitados, pureza física y espiritual y tranquilidad, que se adquiere a medida que uno avanza con los primeros tres principios.
Otra de las formas de llamar a la práctica del camino del té es Chanoyu. Su traducción es “agua caliente para el té”. No se necesita nada más. Practicar Chado es una manera de despertar los sentidos. El aroma del té se siente cuando se lo mezcla con el agua caliente, cuando se lo bebe y también se observa su color verde intenso en contraste con la taza de cerámica sin asas que se toma entre las manos. Además del gusto entran en juego el olfato, la vista y el tacto. Tomar una taza de té puro es dar un paso a la tranquilidad.
Chaji: un encuentro formal de té
Cuando uno está familiarizado con la práctica del té y sabe cumplir el rol de anfitrión o invitado, puede participar de un encuentro formal. Para explicarlo de manera muy simplificada: estudiar el procedimiento es como entrenar. Se hace una y otra vez sistemáticamente, todas las semanas. Y llevar a cabo un chaji es como salir a la cancha y jugar.
Consiste en un anfitrión y no más de cinco invitados. Quien hace el té primero pondrá carbón en el brasero para que el agua se caliente, colocará un incienso cerca del fuego para que vaya impregnando el espacio. Luego servirá una comida y por último unos dulces. Preparará un té espeso (koicha) de cuya taza beben todos los invitados y luego un té liviano (usucha) y espumoso que servirá a cada uno, de manera individual.
Los movimientos, el lugar en donde apoyará cada elemento sobre el tatami y el orden en que hará la preparación; cada gesto simple y bello; lleva años de práctica lograr que todo se vea delicado y natural a la vez. El Chado es una meditación en movimiento. Quienes están en el recinto deben vaciar la mente de pensamientos y concentrarse en el aquí y el ahora.
El Chado, tal como lo practicamos hoy, terminó de afianzarse hace 400 años con el maestro Rikyu. Su legado es enorme: dio origen a tres de las grandes escuelas que existen hoy en Japón (Omotesenke, Urasenke y Mushakojisenke), practicó un té con estética wabi (la belleza de lo imperfecto, lo asimétrico, lo humilde), dio origen a la cerámica conocida como raku, pensada especialmente para hacer tazas. También incorporó elementos de bambú, un material de uso cotidiano en Japón. Con una filosofía ligada a lo simple y con elementos de estilo wabi japonizó una práctica que estéticamente dependía de China, de donde provenían los utensilios más ostentosos. Y como los grandes maestros tuvo también el don de la palabra justa, como se lee en los versos didácticos recopilados luego de su muerte: “Muchos sabrán/ del camino del té/ palabras, gestos./ Con el corazón pocos/ lo sirven –o ninguno”.
Malena Higashi es periodista y Licenciada en Letras. Es egresada del programa Midorikai de la Escuela Urasenke (Kioto, Japón), donde pasó el último año estudiando Ceremonia del Té. Actualmente practica Chado en la Escuela Urasenke con sede en Argentina y difunde la cultura del té japonés en el país.

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